Somos sueño, somos constancia, somos simiente de un mundo
en constante cambio, vibración eterna y permanente que nos recuerda lo
lejano que es todo: futuro, presente, pasado.
Diez mil letras, diez mil pasos, diez mil pares de miradas,
diez mil universos... y aun así solo miramos a nuestro pequeño
microverso. Yo te maldigo, occidentalidad recalcitrante, Capitalismo
inerte de aguas tranquilas. No eres el mundo que imaginé de pequeño, y
mucho menos el mundo que deseo que seas, ahora que soy un adulto con la
mente fría, pero con el corazón mucho más caliente.
Soñemos, escribamos, mirémonos a los ojos y digámonos sin
palabras todo lo que el alma humana oculta, que no es más que lo que
realmente cada uno de nosotros quiere decirle a aquel que tiene delante.
"Eres un ser increíble, dueño de un espacio único en el universo, hijo
de una singularidad, dentro de otra singularidad, dentro de otra
singularidad. Y estás aquí, mirándome, disfrutándome. Gracias".
Soñemos, pardiez. Soñemos. Vibremos y seamos unidad con el todo, diez mil cosas de un mundo agreste y cobarde.
Soñemos... y nunca despertemos.
Buenas noches